PIDAMOS LA CABEZA DE LOS ASESINOS DE ARBOLES

Por Pedro Kesselman* (Pagina/12 -11/02/13)

¨* Abogado y vecino de esta Ciudad de Buenos Aires.

El 4 de agosto de 1939, con motivo del accionar de funcionarios de la comuna de Córdoba que mutilaban y talaban árboles en la capital de la provincia mediterránea, el gran abogado y escritor Deodoro Roca, redactor del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918, escribió un artículo en el periódico Las Comunas, de aquella ciudad. El artículo se titulaba “Pedimos la cabeza de los asesinos de árboles”, y, en él, Deodoro reclamaba la entrega de esas cabezas “no para cercenarlas, ni para martirizarlas, conforme ellos lo hacen con los indefensos árboles”… sino “para satisfacer una antigua curiosidad: ¡para ver qué tienen adentro!”. Y reclamaba que el juicio al que debían ser llevados esos funcionarios municipales “no conduzca a ninguna pena corporal sino a la pena ‘capital’ del burócrata: a la destitución”.

Setenta y tres años después, en la Ciudad de Buenos Aires observamos con dolor e indignación el hasta hoy impune y sistemático asesinato de árboles que, masivamente, lleva a cabo el gobierno que encabeza el señor Mauricio Macri. En calles, parques y plazas asistimos a la mutilación y tala que, munidos de sierras y hachas, cometen personas con llamativas casacas amarillas provistas por los instigadores y autores intelectuales de tales crímenes. Estos asesinatos seriales de árboles han llegado a la Avenida 9 de Julio, y se dirigen a sustituir los hermosos y valiosos ejemplares arbóreos allí existentes por cuatro carriles por los que circularán varias líneas de colectivos, que se superpondrán a la Línea C de subterráneo que transita bajo esa avenida.

La desaparición de los árboles que embellecen la emblemática avenida porteña, de la que son parte de su paisaje cultural, sirviendo además de factor esencial para disminuir el ruido y la contaminación, dando sombra al transeúnte, es una muestra de la nula importancia que el gobierno del señor Macri da a la protección del medio ambiente, al que ataca constantemente.

Por ello, los ciudadanos y ciudadanas de Buenos Aires debemos decir basta a esta política que daña gravemente nuestro derecho a gozar de un medio ambiente sano, como lo sostiene la Constitución porteña. Y, como Deodoro en Córdoba, pidamos en Buenos Aires la cabeza de los asesinos de árboles, al solo efecto de ver qué tienen adentro y conseguir aplicarles la pena capital para tales burócratas destructores: la destitución.

7 comentarios en “PIDAMOS LA CABEZA DE LOS ASESINOS DE ARBOLES

  1. Sería importante, que la Presidenta de la Nación Sra, Cristina Fernández de Kirchner, quien demostró tan alta sensibilidad en la defensa del patrimonio nacional, propicie, que se ejecuten acciones que frenen ésta devastación de la Avda. 9 de Julio(nuestro patrimonio)
    Abundan pruebas de irregularidades de «todo tipo» en la mencionada obra, que facilitan y propician el actuar judicial.
    Esta obra nos recuerda el autoritario actuar de la dictadura y esa triste frase…….El silencio es salud.

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  2. Todo esto se está haciendo sin haberlo tratado en la Legislatura. Comenzaron las obras el 13 de enero a las 9 de la mañana y se presentaron los pliegos para Licitación de obra a las 11 y pico horas.¿? Según comentarios de los habitantes de la zona trabajan por la noche, Un vecino vio como una topadora arrancaba un palo borracho de cuajo, no con el transplante que dicen los miembros del gobierno de la ciudad, además que a quien se le puede ocurrir podar o transplantar un árbol en verano. ¿Cuál es el apuro en todo esto? con la Legislatura en vacaciones, igual que la mayoría de los ciudadanos?. Con todo esto queda muy claro que los objetivos son muy distintos al bienestar de los habitantes de la Ciudad. ¿Negocios quizás? Lo único que está claro es que Macri nos está dejando una Ciudad sucia, rota, mas poluída y sin su personalidad, entre otras cosas. Su soberbia está muy clara y además nos está tratando por idiotas, haciendo lo que se le canta. Ud. fué votado por unos cuantos para gestionar y administrar la Ciudad. Un administrador no es un Emperador. Y si a Ud. le gustan los negocios, dedíquese a las empresas y no a maltratarnos. Hay tantas cosas que hacer en la ciudad para el bien de sus habitantes, pero eso a Ud., queda claro, no le interesa.

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